Masonería Ordo Ex Aquila Dé Aurum
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La Justicia

Titánide, hija de Urano y Gea, (cielo y tierra) respectivamente. 


Fue la segunda esposa de Zeus con quien concibió a las Tres Horas, a las Parcas y a Astrea. Themis personificó a la ley divina más que a la humana, por lo tanto, no tuvo en su origen la misión de juzgar a los hombres, divina y sublime tarea que ella y su esposo le encomendaron a su hija Astrea.

Astrea quien representó a la justicia humana, según Hesíodo (s. VIII a. C.), autor de Teogonía. De ahí que en el contexto histórico–jurídico, interesa de sobremanera saber que pasó con la última hija de estos dioses. Ella vivió en la Tierra haciendo justicia y se le imaginó como una virgen con una balanza en una mano y un manojo de espigas en la otra, sin venda alguna en los ojos y mucho menos armada con espada.

Como consecuencia de la iniquidad de los seres humanos y decepcionada de la maldad de éstos, se fue al cielo de acuerdo con sus padres y la acción de ordenar la justicia terrena tuvo que quedar en manos de su madre. Según Homero (s. VIII a. C.), a quien se le atribuye la Iliada, donde presenta a Themis como asesora de Zeus.

Es la dulce diosa del buen consejo, asimismo, la que dicta 
estrictamente las sentencias por orden de su esposo, quien es el sumo legislador. De esta manera, marido y mujer se dividieron el poder: él dictaba las leyes mientras ella las aplicaba e imponía las sanciones, sin violencia ni cólera, contra los que las vulneraban.

Estas sentencias tuvieron el nombre de “temitas” y Themis –ante la ausencia de Astrea– se las dictaba a los jueces, quienes eran considerados sus sirvientes o themistopoloi. Para esta labor, la diosa había escogido un lugar llamado “puteal”, que quedaba en la ladera del pozo fatídico donde se ubicaban, supersticiosamente, los jueces para recibir la inspiración de la majestuosa diosa.

Su culto se manifestó en la erección de 
estatuas de una bella y prominente mujer con gesto adusto y hermosa túnica que la levanta y sujeta con el antebrazo izquierdo mientras que en la mano derecha con el brazo en alto sostiene una balanza. En ningún momento le pusieron vendas en sus ojos y mucho menos la armaron con espada alguna.
 
Esta es la Themis que conocieron los helenos desde el siglo VIII a. de C., y cuyas mejores estatuas datan a partir de los gobiernos de Pericles (495-429 a.C.). Puede ser observada en varias piezas aún conservadas, aunque no intactas ya que le falta el brazo y la mano derecha con la balanza, en el Museo Nacional de Arqueología de Atenas, como la del escultor Kairestatos, más o menos hacia el año 270 a. C. Sin duda, es la misma que los romanos adoptaron y le pusieron el sobrenombre de Fas, según el historiador Polibio (201-118 a. C.).
 

FAS O IUSTITIA

Para los romanos “fas” era todo lo justo, lo lícito por la voluntad de los dioses, de ahí que al conocer de la existencia griega de Themis, la comenzaron a llamar Fas.

Además, ello como consecuencia de que lo opuesto, lo ilícito, lo injusto o contrario a la ley divina se le denominaba “nefas”. Frente a estas creencias semidivinas que dieron existencia al ius naturalis que era el orden o derecho divino, seguía el simplemente Ius o Jus, derecho creado por los hombres.

Los romanos lo dividieron en:

1) Ius gentiun (derecho de gentes o para los extranjeros).
2) Ius civile romano (derecho sólo para los ciudadanos romanos).

Con esta concepción se desarrolló su aplicación que tomó el nombre de Iustitia o Justicia, para distinguir a quienes la ejercían (magistrados), se les otorgaba las fasces que eran insignias que les servían para imponer su severa autoridad y ser absolutamente respetados, lo que permitió la grandeza y poderío del Imperio Romano.

Recordemos que este fue el origen primigenio del fascismo, en los inicios del siglo XX. Dentro de este marco, surge la concepción de Iustitia, como diosa de la justicia romana, ella aplica la ley a los hombres y sanciona drástica y ejemplarmente a quienes la incumplen. Sus sentencias se ajustan al derecho romano que regula las abstractas y múltiples relaciones humanas con normas objetivas (derecho positivo) y costumbres establecidas (derecho consuetudinario).

En consecuencia, está alejada de la divina mitología helénica. A Iustitia se le representa, entonces, según el erudito y gramático latino Aulo Gelio (Roma, 125- 165 d. C.), como una joven mujer con un casco y un escudo al modo de Minerva, con rostro grave e impasible, con mirada penetrante hasta considerársele temible. Tiene una balanza en la mano izquierda mientras que entre el brazo y la mano sostiene un cuerno y está acompañada de un león.

Se debe subrayar que no tiene espada alguna y sin vendas en los ojos, lo que significaba, en primer lugar, la rectitud, el equilibrio y la justicia, en segundo lugar, estas virtudes se complementaban con la prosperidad materializada en la riqueza de las espigas de trigo, frutas, flores y dinero contenidos en la cornucopia.

La nueva concepción inspirada en Themis y Iustitia no presisa fecha ni lugar exactos del primer y sucesivos cambios que sufrió la significación de la Justicia, la cual pasa a ser una reina o gran señora, sin divinidad alguna, es así, que en algunos casos, la balanza fue cambiada por un libro o papiro que representaba a la ley escrita, tal como lo observamos en la miniatura veneciana del siglo XV, sin embargo, esta concepción única de armar a la mujer de la Justicia, unos le colocan la espada en la mano derecha mientras otros lo hacen en la izquierda, dejando, obviamente, la otra mano para la balanza, según sea el caso, lo que quiere decir que se le arrancó el cornucopio para armarla con una espada con el fin de que pueda ejercer su autoridad con firmeza habida cuenta que también le quitaron la compañía del león. 

Lo cierto es que no sabemos exactamente cuándo y quién fue el primer pintor o escultor que tuvo la infeliz idea de ponerle vendas en los ojos a la Justicia. 

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